Hemos empezado el año mal, muy mal. El pasado 6 de Enero me llegaba una de las peores noticias que alguien puede esparar sobre otra persona, el gran David Nomelec de los incombustibles The Rippers, desaparecía del plano físico y musical quitándose la vida. Una pérdida tan enorme como triste ya que estamos hablando de uno de los pocos grupos de punk reales que ha habido y habrá en nuestras fronteras y David era uno de sus mayores pilares.
Encargado de las labores del bajo, David también ha sido el responsable de darle forma al sonido de sus dos últimos discos, entre los que se encuentra Fire Träctac, su obra más comentada, de mayor repercusión y más trabajada de todas las de estudio de la banda catalana. ¿La mejor?, a gustos probablemente, pero si me tengo que quedar con uno solamente, y valga la idoneidad para la ocasión, sería este Nomelec's Revenge. Un disco en el que la fórmula de The Rippers se vio depurada y explotada hasta niveles excelsos ampliando sus posibilidades de manera bárbara.
Hoy el punk patrio está huérfano, huérfano de por vida, porque los que hemos disfrutado de su arte, sabemos que David Nomelec solamente había uno, era único e incomparable y vivirá por siempre en nuestros recuerdos y, sobretodo, en ese legado musical tan honesto, rabioso y visceral que siempre supo plasmar en sus discos. Descansa en paz David.
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