Justin Sane y los suyos están de vuelta estrenando contrato con Spinefarm Records y con su noveno disco de estudio bajo el brazo titulado American Spring. Mi historia con los Anti-Flag data de sus inicios, a mediados de los 90, en los que facturaron los que, para mi, son la auténtica trilogía de oro de la banda de Pittsburgh. Die For The Government (1996), A New Kind Of Army (1999) y, su obra cumbre, Underground Network (2001), acto seguido cayó el Ep Mobilize (2002), totalmente a la altura de sus anteriores obras. Pero fue a partir del, ya menor, Terror State (2003), que los Anti-Flag empezaron a perder fueye a favor de un estilo más impersonal, accesible y adaptable.
No me entendáis mal, Anti-Flag nunca han facturado discos malos como tal, todas su obras son difrutables y coreables en meno o mayor medida, pero nunca han conseguido llegar a las cotas de solidez y equilibrio que tenían sus tres primeros discos. Por mucho que hayan ganado en sonido, producción y composición, que lo han hecho con creces, la garra y la fuerza de sus inicios ha ido cada vez a menos dejando mi interés por ellos algo apartado, aunque admito que siempre que sacan disco le pego un orejazo para juzgar con conocimiento de causa.
Y llegamos al 2015 en un momento en el que poco podía esperar de ellos más que facturaran un disco correcto sin demasiadas esperanzas de recuperación, pero estaba equivocado. American Spring no supera, ni se acerca, a la trilogía dorada, pero es innegable que han recuperado parte del punch que tenían en sus inicios. Se nota sobretodo en las composicones menos rock y más punk, esas en las que su personalidad juvenil vuelve a aflorar con todas las de la ley y se dejan de hacer rock grandilocuente para las masas con retazos de punk demsasiado actualizado. Eso sí, colaboraciones de oro con Tom Morello y Tim Armstrong. Está claro que quieren pero no pueden, o no se atreven. Espero que esto haya sido el campo de pruebas para volver al punk rock marca de la casa.
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