Después de haberle ofrecido hasta sacrificios humanos al poderoso y temible Thor para que la londinense acabara apareciendo por el cartel del pasado Primavera Sound, pensaba que tres jóvenes vírgenes y seis enormes carneros serían más que sufucientes, di con mi gozo en un pozo para más tarde acabar de matarme del todo cuando la vi aparecer como cabeza de cartel del FIB 2015. No me rendiré, sigo esperando la primera oportunidad que se me presente, a un precio razonable y mínimamente cerca de casa, para poder verla sobre las tablas. Tan sólo voy a decir una cosa Björk el próximo Julio en BCN, ¿quién me lo iba a decir a mi, a estas alturas, que podría ver una vez más a mi islandesa favorita en BCN?. Nunca hay que perder la fe.
Enamorado de ella hasta las trancas desde su debut del 2009 llamado Lungs, el cual todavía no ha sido superado, volvió a enamorarme de nuevo, aunque de manera muy diferente, con su descomunal segundo disco del 2011, más grandilocuente y sofisticado, llamado Ceremonials, y vuelve a hacer lo propio una vez más, estamos ante un disco que equilibra de maravilla las dos personalidades presentadas en su dos primeros discos, en este 2015 con el precioso How Big, How Blue, How Beatiful.
Mucho hemos tenido que esperar, cuatro años es demasiado para la ansiedad creada por degustar el nuevo material de la peliroja más de moda, pero también es cierto que la inglesa no ha parado de girar en estos cuatro años y ha sido justo al acabar con su interminable gira, que se ha metido en el estudio para parir esta nueva maravilla musical para uso y disfrute de su basta legión de fans alrededor del mundo. Sin necesidad de tener que reinventarse de nuevo, aquí no vamos a tener el aliciente de la sorpresa que sí atesoraba su segundo disco, Florence se reafirma dentro de su propio estilo tomando prestadas las formas de sus dos primeros discos, el primero más vitalista, directo y accesible, y el segundo más elaborado, reflexivo y dramático, el tercer álbum de estudio de Florence And The Machine es un apoteósico catálogo de canciones aboslutamente redondas y preciosas, tan disfrutables como las hemos imaginado o más. Si su primer disco digamos que era de cocción rápida, aunque para nada fugaz, y su segundo disco había que cocinarlo lentamente dejando que todos los jugos de los ingredientes se mezclaran por si solos hasta coseguir un resultado impresionante, este se hace a fuego medio para llegara a un punto en el que el equilibrio de los sabores y las texturas acaba por descubrirse como su mejor baza.
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