Esta misma noche, cuando esta reseña salga a la luz de la penumbra nocturna, yo estaré disfrutando del cine en su más pura esencia en el fantabuloso Festival Internacional de Cine de Sitges. Pero aún y con esas me las he podido apañar para subir la obligada reseña del Martes, intento no fallar aunque ya habréis notado que algunos Sábados, la mayoría últimamente, me los tomo de fiesta, lo siento de nuevo, tengo demasiada faena a veces y lo último es esto.
He escogido lo último de Horseback, aunque salió hace ya unos meses, por que me gustaría acabar el año subiendo todo lo pendiente, discos importantes que por falta de tiempo no he tenido todavía la oportunidad de comentar, y este Half Blood se merece eso y mucho más. Poniéndonos en situación, estamos hablando de uno de mis discos más esperados del año, Half Blood es todo lo que se esperaba de él, eso si, tampoco más, y quizás por ahí les haya faltado un punto más para cubrir del todo mis espectativas.
No cabe duda de que Half Blood es un viaje sonoro único y orignal, pero esperaba que Jenks Miller, sumo sacerdote de los Horseback, le diera una vuelta de tuerca más a su sonido y por el contrario ha querido exprimir todavía más, algo con lo que también contaba y no me disgusta para nada, el árido y penetrante sonido de su chocante y desbordante debut. Misma onda sonora con su accesibilidad natural en confrotación con los gritos desesperados y cortantes de Miller como protagonista absoluto de la orgía musical representada en Drone, Doom, Folk, Country y Metal, ¿qué más se le puede pedir a la vida musical?.
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