Hoy toca comerme mis palabras de nuevo como en tantas otras ocasiones, me explico. Resulta que los Dredg, desde sus principios con su intocable Leitmotif hasta hoy en día, se han convertido, a fuerza de discazos incontestables e inclasificables, en una de mis bandas de cabecera imprescindibles, de esas que no pasa un mes sin que acuda a una de esas inconmensurables e inagotables obras de orfebrería musical que solamente ellos son capaces de parir con tanta emoción y fuerza. Tanta es mi pasión por los de California que aún pareciéndome uno de los discos más flojos del año en sus primeras escuchas Chuckles And Mr. Squeezy se ha convertido, a fuerza de tesón y confianza, en otro de mis favoritos del año.
Al parecer este es el año de los cambios de rumbo considerables en algunas de mis bandas claves, por una lado tenemos el giro espacial de los Thursday, por otro el de los intachables Incubus y ahora le ha tocado el turno a los Dredg. Lo suyo siempre ha sido sortear con bravura el metal alternativo y el rock de alto copete con una naturalidad pasmosa y una credibilidad impresionante pero escuchando su último disco nos damos cuenta que nada queda de ese metal alternativo marca de la casa y poco y menos de ese rock de aires épicos y grandilocuentes, ese ha sido el gran escollo que me he encontrado en las primeras escuchas. Escollo en el que ha tenido mucho que ver el productor Dan The Automator quién ha transformado el sonido orgánico de los Dredg en algo mucho más sintético e irreal.
Una vez superado el escollo me he encontrado con un disco en el que el pop, la experimentación y la relajación juegan los papeles protagonistas en este melancólico y adictivo festival de claroscuros en el que de nuevo la voz de Gavin Hayes nos guía a través de sinuosas y letales melodías que se acaban instaurando en tu memoria cual germen en continuo desarrollo. Un camino más difícil y tranquilo de el que nos tienen acostumbrados pero es esa esencia inequívoca de los Dredg que continua latente en sus nuevas composiciones la que hace que este disco valga la pena de verdad, yo compro!!!.
Ultimamente siento que me hago mayor. Dejas de ver Hannah montanah, el pelo de tu cabeza empieza a migrar a partes no estandar de tu cuerpo y cosas que hace dos dias te encantaban, como el chicle boomer y las pompas de jabon ya no lo hacen tanto. Crees que quieres hacerte un interrail mochilero pero en el fondo sabes que lo que te apetece es pasarte unos dias en un hotel tirado con una pulserita de todo incluido.
ResponderEliminarEs inevitable, o lo aceptas o te hinchas a ibuprofenos por las mañanas para que no te duela la espalda....
...El problema es cuando son los demas los que se hacen mayores, y encima no lo llevan bien. Y es que cuando eran jovenes eran guays, molaban. Se les tildaba de originales, freshcos, chachis... y a nadie le gusta hacerse mayor y dejar de ser chachi. Asi que se reinventan y se siguen haciendo los molones, mientras los que les conocen de toda la vida ponen esa mirada clasica de "pobrecillo que penica da"...
Y cambiando de tema, en mi opinion el disco es como si a la trilogia de crepusculo le saliese un culo gigante y truñase una vaca rosa pero maloliente, de las que habria que matar para que no sufriera.
PD: que conste que "the pariah..." me gustaba, y que "el cielo" es uno de mis discos snobs pretenciosos favoritos junto con el "salival" de Tool.
Saludos!
Me estoy planteando seriamente la posibilidad de abrir un blog nuevo en el que Doc deje directamente sus despotricadas de los discos que no le gustan, algo así como el lado oscuro de las Píldoras, Prozac en Vena o algo así se podría llamar... me encanta!!! De esa manera tendriáis las dos versiones de las críticas ja ja ja...
ResponderEliminarjeje son solo momentos (y discos) puntuales. En este caso con los dredg para mi ha sido como si a mi whiskey favorito le echaran medio vaso de agua, pura decepcion. De ahi la larga "reflexion" :D
ResponderEliminarSaludos!