Empezamos semana y cambiamos de tercio radicalmente, después de unos días en continuos escarceos con el pop, el folk, el indie y demás luminosidades musicales resultando en el mayor flujo continuado de buen rollo que hemos sufrido en las Píldoras en mucho tiempo hoy regresamos de nuevo a la senda oscura por la puerta más grande y siniestra que he encontrado por la red estos últimos días. Un puerta con un guardián de sobras conocido en las abisales profundades del estilo.
Señoras y señores, álcense ante el gran Rogga Johansson, que ha vuelto para hacer lo que mejor sabe hacer, un death metal tan gordo, pesado y sangriento que es capaz de rivalizar tanto con la old-school más purista como con los pipiolos más imberbes de la escena, a este no hay quién se lo coma. Con una regularidad que no deja de asombrarme Rogga ha vuelto al estudio un año después del impecable último disco que nos dejó con los Demiurg retomando para la ocasión uno de sus proyectos más longevos.
Los suecos Ribspreader se formaron a principios de la década pasada y éste The Van Murders representa su cuarto largo en una impecable carrera liderada siempre bajo la mano firme del maestro Rogga quién para esta nueva animalada ha decido formar tándem con el batería de sus Grotesquery y viajar hasta Denver dónde Patrick Bruss (Impétigo, Deteriorot) ha mezclado y masterizado el disco además de aportar su talento a la guitarra. Una combinación explosiva a la que si le añadimos la calenturienta mente del retorcido Rogga que ha decidido aplicarle al disco el concepto de historia macabra sobre las despiadadas fantasías de dos asesinos llamados The Cleaner y Mr Filth y le sumamos el impecable diseño que ha corrido a cargo de Turkka Rantanen, quién ya había trabajado con Rogga en varias ocasiones realizando otro trabajo a la altura de su contenido, obtenemos el empaque perfecto para uno de los pepinos extremos más gordos del año.
Señoras y señores, álcense ante el gran Rogga Johansson, que ha vuelto para hacer lo que mejor sabe hacer, un death metal tan gordo, pesado y sangriento que es capaz de rivalizar tanto con la old-school más purista como con los pipiolos más imberbes de la escena, a este no hay quién se lo coma. Con una regularidad que no deja de asombrarme Rogga ha vuelto al estudio un año después del impecable último disco que nos dejó con los Demiurg retomando para la ocasión uno de sus proyectos más longevos.
Los suecos Ribspreader se formaron a principios de la década pasada y éste The Van Murders representa su cuarto largo en una impecable carrera liderada siempre bajo la mano firme del maestro Rogga quién para esta nueva animalada ha decido formar tándem con el batería de sus Grotesquery y viajar hasta Denver dónde Patrick Bruss (Impétigo, Deteriorot) ha mezclado y masterizado el disco además de aportar su talento a la guitarra. Una combinación explosiva a la que si le añadimos la calenturienta mente del retorcido Rogga que ha decidido aplicarle al disco el concepto de historia macabra sobre las despiadadas fantasías de dos asesinos llamados The Cleaner y Mr Filth y le sumamos el impecable diseño que ha corrido a cargo de Turkka Rantanen, quién ya había trabajado con Rogga en varias ocasiones realizando otro trabajo a la altura de su contenido, obtenemos el empaque perfecto para uno de los pepinos extremos más gordos del año.
Típico, clásico, de manual, se le podrá poner todas las pegas que quieras a esto, y probablemente estaré de acuerdo con la mayoría de ellas, pero lo que es innegable es que la capacidad creativa y la pegada extrema que muestra Rogga cada vez que le da por poner en circulación otra nueva obra maestra del death metal más cabezón y cavernoso sobre la faz de la tierra sigue intacta y creciendo en calidad y en cantidad con los años, algo que nos llena de gozo y satisfacción, ja ja ja. De cabeza a las posiciones privilegiadas de la lista con lo mejor del año, intratables!!!
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