El atlético, y siempre en forma, dúo barcelonés instrumental formado por José Roselló y Jaime L. Pantaleón, los dos ex-componentes de 12Twelve y Jaime ahora también en Cuzo, vuelven tan solo un año después de su descomunal e imprescindible debut llamado Catedrales, del que ya comentamos en su día sus hipnóticas facultades por estos lares, con su segundo disco de estudio llamado contundentemente Verdad, su Verdad y, por su puesto, mi Verdad absoluta sobre lo que tiene que ser un disco instrumental de la más sabroso, dinámico, entretenido y sorprendente.
Para los que los conozcan de antemano ya saben con quien nos jugamos los cuartos, un dúo dotado de una calidad y una química indescifrable para la mayoría de mortales, pero que para ellos surge como algo natural y puro de manera que su música se traslada de la misma manera al oyente cayendo en gracia instantáneamente si lo tuyo son los poderes disuasorios del rock instrumental sin etiquetas. Tenían una difícil tarea para superar su debut, pero de manera inteligente se han sabido salir por la tangente facturando un disco muy diferente en carácter pero sobradamente comparable en calidad a su debut, si no es que lo supera.
Navegando entre el jazz sin definición y la atractiva y divertida psicodelia, esos teclados claman al cielo del prog-rock setentero sin prejuicios, han sustituído los paisajes áridos y polvorientos de su debut por un dinamismo y una variedad de colores y sabores mucha más rica y agradable al oído, consiguiendo un disco mucho más fácil para el oyente sin que por ello hayan tenido que hacer ninguna concesión. Esta Verdad suena a Atleta por los cuatro costados aunque revestidos por un festival de emociones y una explosión de colores vivos y radiantes que les sientan como anillo al dedo.
Para los que los conozcan de antemano ya saben con quien nos jugamos los cuartos, un dúo dotado de una calidad y una química indescifrable para la mayoría de mortales, pero que para ellos surge como algo natural y puro de manera que su música se traslada de la misma manera al oyente cayendo en gracia instantáneamente si lo tuyo son los poderes disuasorios del rock instrumental sin etiquetas. Tenían una difícil tarea para superar su debut, pero de manera inteligente se han sabido salir por la tangente facturando un disco muy diferente en carácter pero sobradamente comparable en calidad a su debut, si no es que lo supera.
Navegando entre el jazz sin definición y la atractiva y divertida psicodelia, esos teclados claman al cielo del prog-rock setentero sin prejuicios, han sustituído los paisajes áridos y polvorientos de su debut por un dinamismo y una variedad de colores y sabores mucha más rica y agradable al oído, consiguiendo un disco mucho más fácil para el oyente sin que por ello hayan tenido que hacer ninguna concesión. Esta Verdad suena a Atleta por los cuatro costados aunque revestidos por un festival de emociones y una explosión de colores vivos y radiantes que les sientan como anillo al dedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario