Volvemos al olvidado espacio de las bandas sonoras con la triunfadora aboluta de los Oscars, también de los Baftas, de este año. Pero no vamos a hablar de la película en cuestión, primeramente y sobretodo por que todavía no he tenido el placer de deleitarme con ella, pero si lo vamos a hacer, y muy bien, de su banda sonora. Ludovic Bource fue el escogido para darle vida musical a este curioso filme mudo, basado en la transición hollywoodiense entre el cine mudo y el hablado, y tengo que admitir que la elección no le podía haber venido mejor a la película.
Bien cierto es, que el visionador estándar de películas mainstream o blockbusters, por llamarlas de alguna manera, poco o nada se suele fijar en los scores de las mismas, excepto en contadas execepciones como cuando se trata de John Williams y alguno más que llevan utilizando las misma fanfarrias modificadas en lo mínimo desde eones para seguir facturando vistosas bandas sonoras, pero también es bien cierto que ir a ver una película muda lleva implícito que su banda sonora es la que debería llevar el peso narrativo del film, dato por el que finalmente dicha banda sonora tiene un peso específico muy notorio.
Pues bien, cual personaje inexistente del filme, la banda sonora de Bource acompaña a la perfección una imágenes que destilan, ternura, emoción y un carácter vintage irremediable, sentimientos impregnados en gran medida, a parte del plantel actoral que dicen es de lo mejorcito, por esas tonaladidaes añejas y familiares que tan bien sabe aplicar Bource con la única necesidad de tirar de composiones vocales en muy contadas ocasiones. Su versión del jazz, cabaret y demás sonoridades de antaño ha convertido a esta banda sonoro en un fenómeno impensable hasta el momento.
Pues bien, cual personaje inexistente del filme, la banda sonora de Bource acompaña a la perfección una imágenes que destilan, ternura, emoción y un carácter vintage irremediable, sentimientos impregnados en gran medida, a parte del plantel actoral que dicen es de lo mejorcito, por esas tonaladidaes añejas y familiares que tan bien sabe aplicar Bource con la única necesidad de tirar de composiones vocales en muy contadas ocasiones. Su versión del jazz, cabaret y demás sonoridades de antaño ha convertido a esta banda sonoro en un fenómeno impensable hasta el momento.
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