miércoles, 28 de marzo de 2012

CHROMATICS (2012) Kill The Love


Hoy vamos con algo gordo, gordo, de verdad, atentos todos por que estamos ante uno de los discos más impresionantes y disfrutables en lo que va de año y posiblemente, ahora mismo, posicionado en lo más alto del podio de las Píldoras en cuanto a discos positivos se refiere. Mi amor por los Chromatics surgió a raíz de mi amor por una película, y eso me ha marcado de por vida. Drive fue, sin lugar a dudas y con una diferencia abismal sobre el resto, mi película favorita del pasado 2011 y, su banda sonora, la mejor también con diferencia sobre todas las demás que escuché durante ese año.


En ella nos encontrábamos con una colección inigualable de composiciones instrumentales a cargo del prestigioso Cliff Matinez dotadas de un dinamismo y una conjunción incomparable con las imágenes digna de un maestro, pero también contenía unos cuantos cortes cantados escogidos para la ocasión por el propio Refn, y fueron esos los que realmente me hicieron caer rendido a sus pies, desarmado ante tal alarde de calidad y sofisticación. Entre ellos se encontraba un tema llamado Tick Of The Clock a cargo de unos, para mi, desconocidos Chromatics de los que me enamoré inmediatamente.


Pues bien, llegando al meollo de la cuestión, Chromatics son un cuarteto de Oregon, comandado por la preciosa Ruth Radelet, al que le sienta a las mil maravillas vestirse de synth-pop melancólico y profundo de oscuras ensoñaciones y con cierta predilección por el post-punk de los 80, del cual recogen sin remilgos sus luminosos sintes y ese aire de pesimismo romántico que tan bién supieron explotar bandas como Joy Division, no os vayáis a pensar que estamos ante otro clon de los de Manchester por que no es así ni de lejos.


Derritiendo corazones como pocas, la voz de Ruth penetra sin compasión en tus sensibles fibras para hacerlas llorar desde lo más profundo, ya sea de emoción o de tristeza, acompañada por la sofisticación y la calidad hecha banda. La comunión entre voz y música en su máxima expresión representada a lo largo y ancho de 17 temas, repartidos en un doble LP, de los que no sobra ni uno y del que, por supuesto, estoy totalmente obligado a pillarme una copia en vinilo. Empezar un disco con una versión, totalmente llevada a su terreno, del cásico de Neil Young Into The Black y salir victoriosos de ello es un comienzo simple y llanamente impensable.

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