Continuamos rescatando discazos incontestables de la inagotable cantera de jóvenes promesas que nos dejó el pasado 2011, he llegado a la conclusión de que ese año es posiblemente el más prolífico en ese aspecto de los que hemos tenido en los últimos 15 años, hoy nos vemos las caras con Chelsa Wolfe y su segundo disco de estudio titulado Apokalypsis, una oscura, sinuosa y densa mezcla de electro-folk siniestro de alto octanaje recomendado por el mismísimo Stephen O'Malley de Sunno)))), que es de quien saqué la recomendación por supuesto.
De padre dedicado a la música en una banda country y criada en el mismísimo Carolina del Norte, no fue hasta su mudanza permanente a Los Angeles, donde vive desde entonces, que Chelsea decidió emprender su arriesgada y oscura carrera musical impulsada por sus siniestras influencias venidas del doom, el kraut, el drone, el industrial, el black, el folk, el rock, el noise y demás afecciones musicales incómodas e insufribles para la mayoría de los mortales entre las que ella se encuentra como pez en el agua.
De belleza siniestra, como sus composiones, la americana sabe como intrigar y llevar hasta inhóspitos y enigmáticos terrenos, en muchas ocasiones sopresivamente desconocidos por mi basta cultura musical, para adentrarnos sin compasión en un mundo de variaciones tonales y vocales en las que su estilo, que no se parece a nada ni a nadie y del que emanan efluvios malévolos e inenarrables, esto es algo que hay que vivirlo para morirse en ello, una delicia tan oscura y fantasiosa como adictiva. RADIFAN de la Chelsea de por vida.
De padre dedicado a la música en una banda country y criada en el mismísimo Carolina del Norte, no fue hasta su mudanza permanente a Los Angeles, donde vive desde entonces, que Chelsea decidió emprender su arriesgada y oscura carrera musical impulsada por sus siniestras influencias venidas del doom, el kraut, el drone, el industrial, el black, el folk, el rock, el noise y demás afecciones musicales incómodas e insufribles para la mayoría de los mortales entre las que ella se encuentra como pez en el agua.
De belleza siniestra, como sus composiones, la americana sabe como intrigar y llevar hasta inhóspitos y enigmáticos terrenos, en muchas ocasiones sopresivamente desconocidos por mi basta cultura musical, para adentrarnos sin compasión en un mundo de variaciones tonales y vocales en las que su estilo, que no se parece a nada ni a nadie y del que emanan efluvios malévolos e inenarrables, esto es algo que hay que vivirlo para morirse en ello, una delicia tan oscura y fantasiosa como adictiva. RADIFAN de la Chelsea de por vida.
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