El cuarteto sueco Kill, venidos de la famosa Gothenburg, es uno de esos combos a los que tan solo conocia de comentarios y alguna que otra buena recomendación pero que hasta ahora , con este Burning Blood su cuarto disco de estudio desde que se formaran allá por finales de los 90, no había tenido el privilegio de catar, al menos conscientemente. Sus armas son conocidas, su temática aún más, pero tengo que admitir que pocos discos de black metal puro y duro como este me han conseguido enganchar este año
Con una ancestral manera de ejecutar su maléfico y putrefacto black metal, aún contando con una inteligente producción que deja pasar los afilados riffs y los hipnotizantes tremolos de guitarra como cuchillas de afeitar oxidadas, gran parte de sus habilades reside en saber combinar las medidas justas de sonido thrash, con ciertos acercamientos al doom, que hacen de su típico black metal una dinámica montaña de cambios de ritmo e influencias realmente interesentate y sorpresivo.
Su vocalista se llama Carl Warslaughter y hace honor a su nombre con creces. Sus vomitivas y tenebrosas vocales se ponen en el centro del escenario cual protagonista indiscutible haciendo de maestro de ceremonias en este malicioso y siniestro ataque visceral llamado Burning Blood. Un título muy bien escogido ya que otra cosa no se si conseguirá, pero hacerte hervir la sangre seguro.
Combo al que tendré que respasar con prontitud ya que si sus tres discos anteriores tienen algo de la calidad y la variedad de este Burning Blood bien prodría estar ante una de las bandas más menospreciadas y cojonudas del underground black metalero sueco, imperdonable no conocerlos y aún más imperdonable dejar pasar este discazo si lo tuyo es el black metal del de verdad, lo dicho, ineludible.
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