Lunes de fiesta en Barcelona y nuevo disco de los Dioses absolutos del post-rock Sigur Ros bajo el brazo, además de comenzar el calentamiento para un fin de semana hasta las cejas de conciertos en el inminente Primavera Sound, la vida no me podría sonreír más. Y mi alegría no es para nada infundada, como bien habéis podido comprobar mi semana va a ser escandalosa, pero en refencia a este Valtari creo que no podría haber deseado un disco mejor, ni en mis mejores sueños. Esto es, de nuevo, la nueva criatura emocional en forma de álbum de Jónsi y los suyos.
Podrán salir mil grupos del estilo, podrán volver a sacar discos más que remarcables vacas sagradas como Mogwai o los Explosions, pero cada vez que la magia de Sigur Rós entra en juego, el resto del mundo se para anonadado para escuchar una de las mayores maravillas musicales que puede crear un grupo de simples mortales. Su capacidad evocadora es tal, que en más de una ocasión pueden hacer brotar lágrimas como puños de tus secos lagrimales gracias al impasible fervor emocional al que te someten sus composiciones. No hay competición.
Después de dos discos en los que podríamos decir que Sigur Rós ha sabido jugar valientemente con la accesibilidad, sobre todo en su anterior redondo, nos volvemos a reecontrar con los Sigur Rós más deliciosos, melosos, delicados y expansivos de sus inicios, recordándonos enormemente a la época de Aegetys y el ( ). Momentos realmente celestiales se vuelven a esconder en sus canciones estirando la emoción hasta resultar en la explosión desorbitada de emociones que son capaces de transmitir. No tengo palabras para describir lo que Sigur Rós significa para mi, es una de esas bandas que hay que experimentar. Feliz semana.
La portada no dirige a nada, es solo la foto :-( Gracias por todos los discazos que pones.
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