No lo podía dejar pasar, no se si la cosa cuajará de verdad, el disco no ha tenido demasiada repercusión y los fans de antaño tampoco es que hayan quedado demasiado satisfechos con él, pero después de 11 años sin sacar nada juntos el cuarteto irlandés más famoso, querido e internacional del planeta ha decidido volver a reagruparse para ofrecer este delicisamente dulce y prácticamente desenchufado Roses, suaves y sedosas pero, ahora ya, sin espinas.
No voy a entrar a comparar esta nueva obra de Dolores y los suyos con sus primeras e insuperables obras, sus tres primeros discos son biblias para mi, ese ya es algo que los fans de siempre ya teníamos superado con sus dos últimos discos, Bury The Hatchet y Wake Up And Smell The Coffee son dos discos que sin tener la pegada rockera y rebelde de sus antecesores estaban sobrados de calidad y son altamente disfrutables gracias a unos temas que funcionan a las mil maravillas en manos del combo irlandés. Pero quizás en este nuevo Roses se les haya ido un poco la mano con la melosidad, para algunos.
Lo que es bien cierto es aquí ya nada queda de los gritos contestatrios de la O'Riordan y de las potentes guitarras de hitazos como Hollywood o Salvation, todo ha quedado reducido a un formato semi-acústico rodeado de arreglos de cuerda y la punzante voz de Dolores envolviéndolo todo con su inigualable registro. Quitando un par de temas del disco, el resto son semi-baladas y medios tiempos celestiales que inundan el ambiente de aires amables y familiares, reposando en una instrumentación delicada, cuidadosa y, sobretodo, espaciosa y entre ella. Para mi otro de los triunfadores del año, la voz de Dolores sigue siendo una medicina para mi ánimo y eso siempre se agredece, un regreso discreto pero necesario.
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