Empezamos la semana con la duda sobrevolando nuestras cabezas, digo esto porqué me pareció bastante extraño cuándo a finales del pasado año todavía no se habían filtrado demasiados discos previstos para principios de Enero y además estamos prácticamente a mediados de mes y lo único destacable que he encontrado hasta ahora ha sido lo de los Mogwai (que lleva ya varias semanas circulando por la red) y el de los Decemberists que ya os lo comenté el Viernes. A parte de esos dos discos me he pasado las dos primeras semanas de mes acudiendo a los grandes de las listas del año y a mis preciosas musas que nunca me fallan cuando necesito disfrutar realmente de un disco (Tori Amos, Beth Orton, Najwa, Cardigans... por nombrar algunas), por consiguiente me voy a ir unos años atrás para traeros uno de los discos que más ha sonado en mi reproductor desde que la preciosa Beth Orton lo sacó en el 2002.
Daybreaker fue el cuarto disco de una de mis musas inglesas por excelencia mucho más conocida por estos lares gracias a sus colaboraciones con gente como los Chemical Brothers, William Orbit o Red Snapper que nos la dieron a conocer que por sus imprescindibles discos en solitario con los que me enamoró hasta las trancas a mediados de los 90. Beth Orton llegó a tocar el cielo de las diosas del folk con este Daybreaker construido a partir de las influencias de diferentes escenas en las que solamente ella es capaz de moverse con esa soltura tan impredecible pero impregnado de una esencia tan personal e intransferible que la permite pasearse por conocidos parajes con una originalidad innata.
Tuve la suerte de poder verla en la sala Apolo con la gira de este disco y tengo que decir que gana aún más en directo llegando a protagonizar una de las anécdotas más graciosas que he vivido en una noche de concierto. LLegado el momento de cantar uno de los temas de su último disco y habiéndose quedado en blanco previamente e incapaz de articular palabra la inglesa no se cortó un pelo y pidió a micro abierto si por favor alguien llevaba el libreto del disco para pegarle un ojo a las letras, petición que fue amablemente aceptada por varios de sus fans en las primeras filas, así de llana y sencilla es ella.
Después de facturar ésta maravillosa obra maestra de pop atemporal en la que Beth se pone y se quita infinidad de máscaras invadiendo terrenos y haciéndose con ellos desde la primera nota nos regaló, pasados 4 años un maravilloso, retrato de la américa más intimista llamado Comfort Of Strangers y desde entonces he esperado con ansiedad una nueva entrega de la pecosa de piernas largas más guapa que he visto nunca. Este 2011 se presenta bienvenido para la inglesa ya que después del anuncio de su vuelta al estudio para grabar un nuevo disco también hemos sabido que los que han conseguido llevársela a sus filas no son otros que los de ANTI, casa en la que nos podemos encontrar tanto a Tom Waitts como a Sage Francis o a Tricky por nombrar algunos, deseoso estoy de echarle el guanto a lo nuevo de la Orton.
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