Seguimos afianzados en el 2011 con el estreno de uno de mis discos más esperados para este año, lo último de los resucitados The Get Up Kids. Abanderados del sonido emo de finales de los 90 y con una corta pera intensa carrera a sus espaldas después de 6 años en silencio el pasado 2010 fueron los protagonistas de uno de los regresos más esperados de la escena que culminó en una gira por todo lo alto que los trajo por tierras españolas protagonizando uno de los conciertos más intensos que recuerdo en los últimos años plagado de temazos incontestables de sus viejos discos, un momento que recuerdo con mucho cariño.
Pero como estaba previsto, ya nos hicieron un pequeño adelanto en el Ep con el que regresaron al circuito, no se puede vivir siempre del pasado y más aún cuando los tiempos pasados fueron representativos de un momento y una escena que ahora mismo ni existe de la misma manera y en la que de ninguna manera podrían encajar unos ya creciditos, todos pasan sobradamente de la treintena, Get Up Kids.
Con un marcado sonido lo-fi y totalmente desprovistos de cualquier arma pueril, exceptuando ese registro tan característico de Matt Pryor que nos sigue recordando a los años mozos de la banda, se pude decir alto y claro que los de Kansas han madurado su sonido al máximo hasta dar incluso la sensación por momentos de no estar escuchándolos a ellos del radical cambio al que han sometido a su estilo. Nada de baladas gritonas con subidones y bajones que ponen la piel de gallina, nada de coros emblemáticos y estribillos de esos para cantar hasta reventar, aquí ya no queda nada de eso.
Tengo que admitir que mi primera sensación fue de rechazo pero una vez superada la fase de reconocimiento y ponernos en la situación de unos pavos que han crecido tanto en lo personal como en lo musical durante estos 6 años tengo que decir que les ha quedado un disco de lo más notable. Aires post-punk y de pop de laboratorio circulan entre los temas ayudados en muchos momentos por unos sintetizadores oscuros y de marcado protagonismo que lo convierten todo en un amasijo de pop sintético aderezado con alegres ritmos de guitarra y una atmósfera positivista y vitalista que lo impregna todo funcionando a las mil maravillas. Un disco a descubrir poco a poco y con paciencia, si le das una oportunidad seguro que te cautivará.
Un buen disco sin duda, es cierto que ya no suenan del todo a lo que eran antes, pero la esencia de la banda sigue ahí que es lo importante.
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