lunes, 4 de junio de 2012

PRIMAVERA SOUND 2012. El último día de batalla.

Último día, para mi, de batalla musical después de vivir 3 de los días más memorables, musicalmente hablando, de toda mi vida. Gracias a la pluralidad de un Festival, por el que apuesto y apostaré, y a la vertiente experimental, tan explotada en esta edición, puedo decir alto y claro que es el mejor Festival que me he pateado en mi vida, y he pisado unos cuantos. Una organización excepcional y una puntualidad extrema a la hora de empezar los bolos, además de que la Coke valía 2 euros y medio, redondean un formato realmente fuera de lo común. La única pega, por supuesto su precio, demasiado elevado para los tiempos que corren.



Los primeros en inagurar la tarde fueron los catalanes Anímic y su pop-folk de carácter electrónico. Una banda a la que le tenía muchas ganas, ya que se me habían escapado un par de veces, y que no me defrauron lo más mínimo en directo. Con unos componentes muy polivalentes, cambiaban las posiciones en ocasiones, y sus aires campestres inundando el escenario Pitchfork, la cosa se convirtió en una fiesta dejándonos un final pletórico al más puro estilo Jesus And Mary Chain o My Bloody Valentine. Gloriosos.


Los segundos, eran otros de mis platos fuertes. Los Atleta de Jaime Luis Pantaleón y José Roselló estaban montando sus intrumentos mientras bromeaban con el poco público que estábamos allí, un espejismo, ya que cuando empezaron su actuación ya habían congregado a un par de cientos de personas para disfrutar de su grandiosa psicodelia-rock instrumental. Un lujo al alcance de muy pocos poder ver a una banda como esta, todo lo de Pantaleón es incuestionable, pero los Atleta en directo dan la talla y más. Pura química la de Jaime y José sobre las tablas. Un puto 10 como una casa payés.


LLegó el turno de otro de esos hypes a los que no iba con todas las de ganar. Los Veronica Falls y su pop-vintage de aires tristones triunfaron. Buen sonido, canciones con pegada, hits coreables y una puesta en escena sobria y profresional. El fallo, por muy bien que lo hagan ya lo hemos vistos miles de veces, resultones, correctos y poco más, para mi, casi aburridos. 15 minutos y de cabeza a ver el comienzo de los vascos Lisabö en el escenario Ray-Ban.


Con lo de Lisabö es muy curioso, llegué allí y vendían el vinilo del su último largo, con el que incluían también el cd, y decidí hacerme con él. Está decisión estubo influencia por David y Josu, quienes afirman que los Lisabö son la mejor banda nacional de la actualidad. Yo tengo que decir que lo he intentado por activa y por pasiva con ellos, pero no les encuetro el punto, no se por que. Pensaréis, ¿y para que cojones se compra el disco el pavo?, todo a su tiempo, pero era una cosa del destino supongo. 
Llegado el momento, me coloco en primera fila para comprobar en mis propias carnes si las afirmaciones de Josu y David tienen algún mínimo de fundamento. Pues bien, lo allí acontecido no se puede explicar con palabras, dejando a un lado todo el carácter político de la banda, aprovecharon para soltar sus consignas anti-sistema y demás, cosa que los honra, y, centrándonos única y exclusivamente en la parte musical del combo, tengo que admitir que ver a Lisäbo en directo es como volver a recobrar la fe en la música, en su fuerza, en su entidad, en su poder, en su magia, en su grandiosidad, en su importancia, en su valor. 
Se que muchos pensaran que estoy exagerando, pero no es así, soy una persona que vive por y para la música, por disfrutarla y para degustarla, y puedo decir con la boca bien grande que Lisabö son la mejor banda en directo del panorama nacional, eso seguro, y que lo que yo vi sobre las tablas ese revelador Sábado de princios de Junio fue histórico como poco. Trancribo el mensaje que le pasé a David por móvil cuando acabó el bolo.
-Lisäbo son DIOSES!!!. Punto y final, no hay más, después de esto, no hay más, nada puede igualar esto. Pocas veces he visto algo tan visceral y tan salvaje sobre un escenario. Ni black metal, ni death metal, ni hostias en vinagre, LISÄBO. Escribe esto uno que antes no era fan. AMOS Y FEFAZOS ABSOLUTOS!!!.-



Depués de ver el mejor concierto que he visto en años, el más crudo y el más pasional, tocaba serenar a la bestia de algún modo, mi corazón iba a quinientos y mi cabeza estaba a punto de estallar, ¿qué mejor remedio que una buena de dosis de pop simplista y detallista para volver a aguas seguras?. Pues bien el dúo Kings Of Convience se convirtieron en el rebulsivo perfecto para el momento. También en mi punto de mira desde hacía años, fue muy gratificante poder verlos finalmente. La versión actual de los míticos Simond & Gardfunkel despacharon sus mejores éxitos a dúo, su química es espectacular, durante 45 minutos, y para cuando nos quisimos dar cuenta, el formato de dúo había pasado al de banda completa dejándonos unos 25 minutos finales de escándalo. Algo así como dos conciertos en uno dejando al personal más que satisfecho. Monísimos como poco, son como dos nerds en su noche de triunfazo total, impresionantes.



Llegó otro de los esperados momentazos de la noche para ver a la nueva banda del mítico Keith Morris en acción. Con 56 años a sus espaldas y una banda que por lo menos tiene 15 años menos que él en el mejor de los casos, Keith y sus OFF! descagaron toda la rabia y furia del punk-hardcore de la vieja escuela en un concierto en el que sonaron mucho más animales que en el estudio y en el que se despacharon la friolera de 22 temas en poco más de 30 minutos, con los respectivos speeches de Morris de por medio. Reverenciales.


Otro de mis platos fuertes eran los Chromatics y su muy bailable propuesta de refinada electrónica vintage. Resultado: el momento más bailongo del Festival con diferencia. Con 45 minutos de duración el concierto desplegó la magia de temas como Lady y demás hitazos uno tras otro sin compasión, aunque tengo que admitir que no llegaron a las cotas de calidad del estudio y eso fue una pena. Disfrutable al máximo, de eso no hay duda, no paré de bailar, pero también es verdad que me esperaba más  de ellos.




Fin de fiesta para mi, los conciertos continuaron hasta altas horas de la madrugada, y que mejor final para tan especiales días vividos que la ver la reunión de la banda de metal industrial por excelencia. Creador, padre y dominador de la bestia, Justin Broadrick, resucitó a sus Godflesh para uso y disfruto de sus múltiples seguidores después de años en hivernación. La bestia sigue igual de indomable, sino más, que entonces, y solamente las manos de Justin son capaces de obrar la magia del directo y dominarla a través de sus pétreos riffs, cortantes, asfixiantes, dolorosos, metálicos, crudos, solamente así la bestia es capaz de presentarse ante el público, encerrada su prisión de riffs, y solamente un maestro capaz de hacerlo. Justin es eso y más, y lo demostró con creces esa noche. 

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